Algunas cifras
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), una de cada cinco niñas y uno de cada trece niños son abusados sexualmente antes de los 18 años.
De acuerdo con una proyección que realizó Red por la Infancia con base en esos datos y al último censo en la Argentina, en nuestro país hay potencialmente casi 2.000.000 de chicas y chicos que son víctimas de violencia sexual.
A pesar de su alta prevalencia, es uno de los delitos menos denunciados y más impunes que existen. Estimaciones de especialistas indican que cada 1000 casos de abuso sexual, solo 100 se denuncian y apenas uno recibe condena. Por eso, debemos recordar que los datos con los que contamos son apenas la punta del iceberg.
En la Argentina, entre el 70 y 80% de los casos de abuso sexual son intrafamiliares y ocurren dentro del hogar. Los números crecientes de la violencia nos interpelan a plantear nuevas estrategias y medidas que puedan dar respuesta a esta problemática, reconociendo a las chicas y los chicos como sujetos de todos los derechos inherentes a su condición de persona humana, los denominados «derechos fundamentales o personalísimos».
La Convención de Derechos de las Niñas, Niños y Adolescentes, que en la Argentina tiene jerarquía constitucional, apunta a modificar el paradigma de cosificación y apropiación que el “mundo adulto” hace de la infancia. Entre los derechos reconocidos está a ser oídos, el cual cobra una particular importancia en la problemática de la violencia sexual.
Sabemos que la mayoría de los abusos no dejan marcas físicas y que son perpetrados por figuras de poder, cuidado o autoridad para la niña, niño y adolescente, por lo tanto, su relato es fundamental y el indicador más específico con el que contamos: siempre tenemos que creerles, siendo nuestra responsabilidad como adultos protectores abogar para que sus voces sean oídas.