Para los especialistas es fundamental derribar el mito de que el abuso sexual es sinónimo de violación. Existen otras formas como los manoseos y frotamientos, el voyeurismo o la exhibición de pornografía a niños, niñas y adolescentes.
“La llevé al pediatra, la revisó y no tiene nada”. “No se encontró ningún signo físico de que haya sufrido una violación. No hubo abuso”. “Los chicos se confunden, exageran y fantasean”. “Es la madre la que le llena la cabeza contra el papá”. Esas son solamente algunas de las frases que psiquiatras infantojuveniles, psicólogos y otros referentes en infancia escuchan habitualmente cuando llegan a su conocimiento casos de abuso sexual contra niños, niñas y adolescentes. En este sentido, para los especialistas, uno de los muchos mitos que es fundamental derribar es considerarlo únicamente como sinónimo de violación.
Hay distintas formas de abuso. En todos los casos, existe un denominador común: se da una asimetría de poder que se basa en un vínculo de confianza construido previamente. Los manoseos y frotamientos (una de las formas más extendidas de este tipo de violencia), el voyeurismo o la exhibición de pornografía a niños, niñas y adolescentes, son algunos ejemplos. La psicóloga Victoria Gandara detalla que «no son comportamientos consensuados aún cuando el chico no se resista», ya que este tipo de violencia incluye tanto el coaccionar o forzar, como el persuadirlos a involucrarse en actividades sexuales.
Publicada en Diario LA NACIÓN, 30 de septiembre de 2021